Dámaso Alonso de las Redondas, nació en Madrid el 22 de
octubre de 1898 y murió el 25 de enero de 1990. Fue escritor, en concreto
poeta, además de lingüista, profesor y crítico literario.
Aunque Dámaso Alonso se crió en Asturias, se trasladó a
Madrid a realizar sus estudios superiores de Filosofía y Letras, materia en la
que se doctoró, y Derecho. Por otro lado, estudió en el Centro de Estudios
Históricos y fue compañero en la Residencia de Estudiantes de gran parte de los
autores de la generación del 27, como son: Federico García Lorca, Rafael Alberti,
Luis Cernuda o Manuel Altolaguirre. Estos autores, tuvieron gran relevancia en
el estilo de escritura del propio Dámaso.
Como profesor, impartía la materia de Lengua y Literatura
españolas en diversas universidades tanto nacionales (Valencia, Barcelona y
Madrid), como extranjeras (Berlín, Oxford, Cambridge, Stanford, Hunter College,
Columbia y Leipzig). Asimismo, fue catedrático de Filología e Historia de la
Literatura en la Universidad Central de Madrid.
Además de todo ello, Dámaso Alonso fue una persona muy
inquieta en el ámbito intelectual, ya que, entre otras muchas acciones, fue
director de la Revista de Filología española, director del Instituto Antonio de
Nebrija, director del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y miembro
del Modern Language Associacion, miembro de la Real Academia de la Historia,
miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y fundador de la Biblioteca
Románica Hispánica de la editorial Gredos.
Cabe destacar, también, como un hito importante en la
biografía de Dámaso Alonso, su periodo como miembro de la Real Academia
Española, donde entró a formar parte en el año 1945, y la que llegó a dirigir
entre los años 1968 y 1982, año en el que renunció al cargo. En su periodo de
director de la Real Academia Española, realizó una importante labor como
pionero en la asociación con las academias hispanohablantes de américa.
Gran parte de su obra, está dedicada al estudio de los
autores clásicos de la literatura española, tales como Luis de Góngora, Gil
Vicente y Juan de la Cruz. Además de ello, en sus escritos, también destacan
otros análisis lingüísticos entorno a los dialectos existentes en la lengua
española y los métodos de la lengua. También tradujo las obras literarias de
James Joyce, con las que utilizaba el pseudónimo de Alfonso Donado.
Finalmente, fue un destacado poeta de la Generación del 27,
influido por la obra de Juan Ramón Jiménez y el estilo modernista. Sus poemas,
conocidos como Poemas Puros, trataban la temática de la amargura vital y el
dolor y la angustia que se genera por el mundo que se vivía en ese momento
histórico. Su mayor obra, en este sentido fue Hijos de la ira, escrita en 1944.
Insomnio
Este poema
fue escrito en el año 1943 por uno de los poetas vanguardistas más importantes
de la generación del 27, Dámaso Alonso.
El texto
temporalmente se sitúa a mediados del siglo XX, en la posguerra. Había muerto
mucha gente por la guerra civil y la gente está recuperándose de un estado de
angustia existencial. La gente se empezó a preguntar: “¿Por qué lo habían hecho?” o “¿Qué harán ahora que todo había acabado?”.
Muchas personas aceptaron unos ideales de un movimiento filosófico llamado
existencialismo. Otro movimiento muy importante de aquella época fue la
vanguardia, que era la máxima libertad de expresión, sin límites ni reglas.
Este texto
nos cuenta la vida de las personas al finalizar la guerra. En las primeras
estrofas hace referencia a las personas como “cadáveres” porque eran muertos vivientes a los que su propia
consciencia no les permitía descansar, por lo tanto no podían vivir. A lo que
hace referencia al decir: “me revuelvo y
me incorporo”. También los ve como muertos porque se pudren en sus casas donde
el tiempo parece no avanzar, “donde hace 45 años que me pudro”.
Más
adelante al decir: “me paso horas
gimiendo como el huracán, ladrando como un perro” con esto el autor se
refiere al insomnio de los muertos, que se levantan e intentan distraerse con
el viento o los perros ladrando en mitad de la noche.
Las
personas intentaban aceptar su propia angustia existencial.
En cambio,
en las últimas estrofas utiliza verbos en primera persona del singular que
hacen referencia al mismo autor de un modo mucho más personal. También hace
referencia a un ser superior al que inculpa de la angustia general, esto se
puede observar cuando dice: “dime, ¿Qué
huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?”.
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